domingo, 6 de mayo de 2012

RISA EN LA OSCURIDAD


Quedarse sin tema para escribir en este país es imposible.  Cuando esta semana sentí que me podía pasar, de repente  surgieron, de entre las baratijas informativas con que nos atiborran a diario los medios masivos de comunicación, los temas con los que lectores y escritores, víctimas voluntarias de esa gran trampa, nos sentimos a gusto. Supongamos que  unos corruptos subversivos no hubiesen secuestrado a un periodista francés después de comprometerse a no secuestrar más. Supongamos que un corrupto oficial no pretendiese extorsionar al Estado  con 534 millones de pesos. Aún así, suponiendo lo anterior, sucedió que unos corruptores del conocimiento se exhibieron como la gran cosa porque nos ofrecieron ¿hora y media? de entrevista con una prostituta. Y justo después de eso apareció la primera letra en mi hoja en blanco.

Aunque realmente no fue justo después;  digamos que fue durante la entrevista mencionada, pues a la décima pregunta repetida, y luego de oír las interesantes opiniones de Dania Londoño –la mujer involucrada en el escándalo del Servico de Seguridad del presidente Obama- acerca del encopetado mundo árabe de Dubai, decidí apagar la radio y empezar a escribir. La historia de hombres importantes que se meten en líos por sus andanzas con mujeres de la vida alegre se dan por cargas; sin embargo esta la relacioné, por algún motivo, con una entretenida novela del prodigioso Vladimir Nabokov: Risa en la Oscuridad. 

En la novela, Albinus, un prestante y acaudalado crítico de arte, cansado de la monotonía de su vida regular de hombre de familia, decide tener una aventura con Margot, una joven y fracasada artista que ha tenido que consolarse con un trabajo como dependiente de un teatro. Las cosas rápidamente se le complican a Albinus: su mujer descubre su affaire y lo abandona; pronto se hace evidente que a Margot lo único que le interesa de Albinus es su dinero, pues éste se da cuenta de que su nueva pareja le es infiel con Alex, un amigo a quien Albinus creía gay; más tarde, debido a un accidente, queda ciego y, aprovechando esta circunstancia, Margot y Alex –a quien  Albinus en esos momentos ya supone desterrado de sus vidas- siguen adelante con su relación en sus propias narices: valiéndose de un minucioso sigilo los dos amantes furtivos viven en la propia casa de Albinus y saquean sistemáticamente sus cuentas bancarias. En resumen: “su vida terminó en un desastre”.

La otra historia, la doméstica, la conocemos bien todos: unos agentes americanos encubiertos, de misión en Cartagena, se fueron a bailar y a tomar alcohol como piratas en vacaciones (“…y nadie se da cuenta, que son americaaaaaanooooos”), para luego irse a tener sexo con alguna mujer nativa, de esas que huelen, como las tintoreras la sangre, los dólares a kilómetros (“…con romance incluido, a la larga pagado, por americaaaaanooos”).

Todo eso no hubiese dejado de ser rutinario si al agente de inteligencia no se le da por hacer la poco inteligente jugada de negarle el pago a la prostituta en cuestión y echarla del cuarto en términos bastante despectivos (let’s go bitch). Ahí fue Troya: porque sin que en ese momento hubiera ocurrido todavía la equivocación de Shakira en el himno, la prensa vio al hotel, a la ciudad, a la puta y al agente tal como ven una bandada de buitres a un búfalo agonizando, y, con el búfalo aún vivo, se precipitan sobre él hasta dejarlo en los físicos huesos. Así fue: reacciones de la esposa del agente implicado, escándalos parecidos de agentes americanos en otras latitudes, declaraciones de Obama, despidos, especulaciones de espionaje, solicitud diplomática de excusas, solicitud diplomática de nuevas excusas, y, cómo no, la chiva sobre la identidad de la prostituta, que, como no es difícil de suponer a estas alturas, la consiguió Julito (que por ello se debe sentir el rey del mundo).

Julito, pues, nos consiguió la importante noticia y nos regaló ¿dos horas? para que nos empapáramos del pensamiento, obra, vida y milagros de Dania Londoño (y ya los conocemos, sin embargo seguimos ignorando el pensamiento, obra, vida y milagros de Fernando Savater, de Umberto Eco, de Stephen Hawking… Pero ¿a quién le interesa saber eso?). De resto nada: ni una sola revelación que permitiera conseguir pistas para disminuir el fenómeno de la prostitución en Cartagena: ni los mecanismos, ni las redes, ni los titiriteros que manejan el negocio tras bambalinas; nada que no supiéramos nos dijo Dania, sólo que ella no sabe nada (tal vez sepamos más el resto, puesto que la brillantez intelectual de Dania delata la inevitabilidad de su destino y sugiere que la entrevista se excedió en 1 hora y cincuenta y nueve minutos para revelar lo que necesitábamos saber). Supimos, sí, por boca de ella, que le gustaba la buena vida; lo que tampoco nos sirve para mostrar la realidad de tantas otras putas que lo que les gusta es, simplemente, no morir de hambre.  Y lo que, a juzgar por la lucidez de sus declaraciones y su impecable español, no era difícil de inferir.

Hay, sin embargo, algunas diferencias entre el caso que nos ocupa y Risa en la Oscuridad. Para empezar mientras Albinus terminó bastante mal (no se imaginan cuánto), al agente del servicio secreto que protagonizó el incidente, a pesar de la eventual pérdida de su empleo, y según nos lo ha hecho saber la prensa en una de sus trascendentales revelaciones, su esposa lo perdonó. La sacó barata respecto a Albinus, cuya esposa no sufrió el escarnio público de sentirse burlada y, no obstante, abandonó a Albinus sin la oportunidad de una excusa providencial. Por otro lado, mientras Margot  pasó de aspirar a ser una artista a convertirse en una prostituta fina, Dania pasó de ser una prostituta fina a convertirse en una potencial estrella del espectáculo.  Tal como están las cosas hoy –nada que no hubiera predicho Andy Warhol- a Dania le esperan sus 15 minutos de fama –o digamos doce, puesto que debe llevar por lo menos tres-: ya Julito fue contactado por la revista Playboy para conseguir el desnudo de Dania (ahora mismo Soho pasó a ser una amante vergonzante para él -quizás una puta- y ya no debe sentirse el rey del mundo; ya está seguro de que lo es).

Con todo, existe una semejanza que no se ve a simple vista, más bien se siente en el ambiente.  Es la misma sensación que invadía a Albinus en las tinieblas de su ceguera: la impresión de que alguien se estaba riendo de él. No obstante, en la historia de Cartagena no parece haber nadie con ganas de reirse: Dania, a pesar de su cuarto de hora por venir, se queja del descrédito que le ha granjeado el suceso frente a sus amigos y su madre; el agente, aunque perdonado por su esposa, parece que recibirá una grave amonestación laboral; Colombia, qué les digo, nunca ríe: a paraíso de drogas se suma ahora la fama de edén de putas (y de paso el hecho opacó la Cumbre); Obama pierde puntos ante sus electores por cuenta del desliz de sus agentes; Cartagena se afectó negativamente; los hoteles, en cierta medida, también…

Sólo se sigue adivinando una risa de hiena que se burla en las penumbras a las que nos somete el oscurantismo del nuevo tipo de conocimiento que tenemos en esta época contemporánea. La obesidad mental que nos aqueja (ampliaré este tema del profesor Andrew Oitke en otra columna)  nos hace preferir los detritos de las realizaciones humanas y los cadáveres de las reputaciones y las noticias sobre otras informaciones vitales que nos harían mejores personas, mejores sociedades. Nuestro alimento intelectual es chatarra, nuestra dieta mental está compuesta por tonterías, por porquerías, por banalidades: hamburguesas de conocimiento, donuts de información; desdeñamos los pensamientos profundos y las ideas importantes en beneficio de los escándalos personales, del sensacionalismo, de las catástrofes, de lo morboso.  Eso es lo que queremos leer, lo que queremos oír, lo que queremos escribir. Y, sobre todo, lo que queremos ver.

Así que la risa de hiena que percibimos es de nadie menos que de los únicos ganadores con todo este acontecimiento: los gallinazos hambrientos de los medios de comunicación de todo el mundo.  Y, en especial, de los medios de comunicación de este miserable país, que se alimentan de la carroña de los carroñeros: un buitre picoteando las tripas putrefactas del cadáver de una hiena.

Y la vida que ha terminado en un desastre intelectual es la de todos nosotros.

4 comentarios:

  1. La verdad que muy acertado articulo mi estimado Pame, a ratos resulta escalofriante la realidad de los medios de comunicacion, y ponerle e "cascabel al gato" en el tema comunicacional puede generar un linchamiendo internacional, como el que se ha vivido en Ecuador.

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  2. Además, por la bio, el autor es el hombre ideal, un candidato de los que no se encuentran en un web site de citas para solteros. Disfrutar leer ávidamente y escribir con pulso son cualidades que no se encuentran en cualquiera.

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  3. Gracias a la vida, como dice la queridísima Sosa, existen puntos de vista de este calibre en la atormentada realidad nacional. Aplaudo hasta el cansancio esta opinion y bueno que mas me gustaría que mucha gente pudiera compartirlo.

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