sábado, 23 de julio de 2011

CIEN AÑOS DE CALIDAD

"Los uruguayos llevarán por siempre consigo la gloria y la desgracia de haber sido. Mientras los argentinos, por años, la soberbia maldición de creerse lo que nunca pudieron demostrar que fueron”  Juan Sasturain



La Copa América –conocida hasta 1967 como Campeonato Sudamericano de Selecciones- es la competencia futbolística internacional, adscrita a la FIFA, más antigua del planeta. Aún si no contamos el primer experimento realizado en 1910 en Argentina -como conmemoración de la Revolución de Mayo- todavía podemos contar la competición realizada en 1916, también en Argentina (ya reconocida por la FIFA), y que es considerada la primera Copa América. Faltan, entonces, apenas cinco para celebrar los cien años de existencia de aquel primer torneo en el que se impuso el principal protagonista de la Copa en toda su historia: Uruguay

La Selección de Uruguay tiene de qué jactarse en el mundo, pero sobre todo en América.  Hace más de cien años (1901) la ya existente Asociación Uruguaya de Fútbol, se daba el lujo de que la selección que la representaba disputara partidos internacionales, los que, desde hace ciento uno, juega con la tradicional camiseta Celeste.  Cuando no existían aún los mundiales, la máxima distinción internacional de fútbol de selecciones era la medalla de oro Olímpica de fútbol. Los de Amberes 1920, en los que la medalla de oro la ganó Bélgica, se consideran el primer campeonato intercontinental de fútbol.  Pues bien, Uruguay ganó las dos medallas siguientes: París 1924 y Ámsterdam 1928 (es de anotar que Uruguay fue el único equipo de América en ganar la medalla de oro durante 80 años hasta que Argentina la ganó en 2004 -y repitió en 2008-.  Brasil, en cambio, no ha podido ganarla.  Es el único título importante que le falta, y –pienso- tiene la oportunidad dorada -si me permiten la figura- de lograrlo en Río de Janeiro 2016).  A partir de 1930, la medalla  de oro fue desplazada por el Mundial de Futbol, cuya primera edición fue ganada por…Uruguay, país que además ofició como anfitrión de la misma.

Aparte de los títulos mencionados, la selección uruguaya de fútbol cuenta con los siguientes: otro Mundial de Fútbol (Brasil 1950), un Mundialito (jugado en 1980 en Uruguay en conmemoración a los 50 años del primer mundial y que fue disputado entre los campeones mundiales hasta ese momento), ocho Copas Libertadores (el torneo de clubes más importante de América), y trece Copas América adicionales, siete de las cuales ganó como anfitrión del torneo en igual número de veces en que ofició como tal.  A la fecha está empatado con Argentina en títulos de Copa América (catorce cada uno) pero de ganarle hoy a un italianizado Paraguay -cuya única arma en la Copa ha sido aplicar una especie de catenaccio sudamericano- tomaría ventaja, algo que fue la regla durante las primeras décadas de historia de la Copa.


Durante esa ya larga historia, grandes cracks uruguayos –como Enzo Francescoli y  el “Policía” Alzamendi- han ganado la Copa América.  Sin embargo, como hecho curioso, ninguno de los considerados mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos pudieron ganarla nunca: Pelé y Maradona.  Tampoco la ganó Garrincha.

Maradona la disputó tres veces: en 1979 (una de las tres ediciones que no tenían sede fija, sino que se disputaban juegos de ida y vuelta entre las selecciones), en Argentina 87 (su selección fue eliminada en semifinales por Uruguay) y en Brasil 89, Copa de la que conservo dos recuerdos especiales, ambos casualmente relacionados con Uruguay. El primero: el magistral tiro de Maradona desde la mitad del campo en el Maracaná durante el juego que disputaron Argentina y Uruguay: después de pararla de pecho, Maradona lanzó un largo globo al arco, la pelota se estrelló violentamente en el travesaño y así se malogró uno de los goles más bonitos que se hubiesen registrado en esa competición. Después, el astro uruguayo Rubén Sosa marcó dos goles en soberbias jugadas individuales: Uruguay 2, Argentina 0.  El segundo recuerdo tiene que ver con la final de esa Copa: Brasil –que no se coronaba campeón desde la última vez que había sido anfitrión de la misma, 50 años atrás- se enfrentaba a Uruguay en el Maracaná.  Por supuesto, el fantasma de El Maracanazo, sucedido 49 años antes, bailaba en el ambiente: era la reedición del mismo partido final, se jugaba en el mismo estadio y en la misma situación: Brasil se coronaba con el empate (al igual que en el Mundial del 50, la Copa América del 89 no se definía con una Gran Final, sino por medio de un sistema de puntos acumulados en un cuadrangular final).  Para aumentar los temores de los siempre supersticiosos brasileños, Romario (el gran Romario) abrió el marcador a los cuatro minutos del segundo tiempo: una diferencia de escasos 120 segundos con respecto al anotado por Friaça, 49 años antes, en la final del 50.  De ahí a esperar a que Uruguay remontara el partido y se coronara campeón (como en efecto lo hizo en aquel partido final del 50 con goles de Schiaffino y Ghiggia), reviviendo así el capítulo más amargo de la historia del fútbol brasileño, no había sino una maldición de por medio.  Afortunadamente para los 170.000 espectadores que se dieron cita esa tarde en el legendario escenario, esto no se ocurrió y Brasil volvió a levantar la Copa América después de 50 años.



 El caso de Pelé fue realmente triste.  O Rey sólo jugó la Copa América de Argentina 1959: fue el goleador de la misma (8 tantos, incluido uno en el último partido) y fue, además, declarado el mejor jugador del certamen.  Al igual que lo anotado arriba, esta edición de la Copa se definía a través de un sistema de puntos, y no con una final (así muchas veces coincidiera el hecho de que los dos protagonistas del último partido del cuadrangular, fuesen los mismos que estuvieran más opcionados para ganar la Copa).  Se disputaba, entonces, el último partido y  Argentina empataba  a 1 con una selección Brasil constelada de las estrellas que habían ganado el mundial de Suecia 58. El empate bastaba a Argentina.  Faltando escasos segundos para el final del partido, Garrincha logró colarse entre la defensa gaucha, remató al arco y venció al arquero: Brasil 2, Argentina 1. Pero… no: el árbitro Carlos Robles de Chile pitó el final del encuentro cuando la bola viajaba entre el zapato de Garrincha y la red: Argentina 1, Brasil 1: Argentina campeón 1959.  Así que, por culpa de ese mequetrefe de Robles, Pelé nunca ganó el único trofeo que le faltó en su exitosa carrera.  Confieso que no lancé un ladrillo al televisor por dos razones: la primera porque en aquella época no se televisaban los torneos de fútbol y la segunda y más importante, porque en 1959 aún faltaban ocho años para que yo naciera.

Pero volviendo a La Celeste, creo que hoy tiene todo para ganar: enfrenta a una, como hace mucho no se veía, mediocre Selección de Paraguay (que sufrió lo indecible para no perder ante una sorprendente Venezuela), goza de la presencia del letal goleador Luis Suárez –que atraviesa por un gran momento-, eliminó al anfitrión Argentina y, en adición, viene de jugar un gran mundial, en el que, no sólo fue el equipo mejor posicionado de toda América -al llegar hasta la ronda de semifinales-, sino que su estrella, Diego Forlán, fue elegido como mejor jugador del campeonato. (En contraste con ese buen momento de Uruguay, Colombia fracasó una vez más en un torneo internacional.  Tal vez nuestro director técnico, “Bolillo” Gómez esté tratando de emular al Coronel Aureliano Buendía de la novela “Cien Años de Soledad”, y quiera demostrar, con sus sucesivas derrotas, la inutilidad de la lucha, tal como lo hizo el Coronel al firmar el armisticio de Neerlandia después de perder cada uno de los treinta y dos levantamientos armados que promovió. Lo lógico, entonces, sería que “Bolillo” siguiera emulándolo y firmara de una buena vez su carta de renuncia).



Y ya que ganar el Mundial se ha convertido en un objetivo lejano para Uruguay desde hace décadas (aunque con logros encomiables si consideramos que es un país con un número de habitantes inferior a la mitad de los que hoy tiene Bogotá), por lo menos tiene la oportunidad de ungir a esta pléyade de jugadores con la gloria de la Copa América, como lo hizo con el gran Enzo Francescoli en 1983.  Por lo menos, digo,  podrán Forlán, Suárez, Lugano, Abreu, tener el honor de conquistar ese título con su selección, a diferencia de lo que sucedió a Brasil en la década de los 80, cuando teniendo una verdadera constelación de estrellas (Zico, Falcão, Sócrates, Toninho Cerezo, Junior, Éder, Leandro, etc…), nunca pudieron ganar el mundial con su selección, y ni siquiera tuvieron el consuelo de ganar la Copa América.  Lástima: esa fue una de las estirpes de futbolistas más asombrosas y admirables que ha existido, pero condenada a no tener una segunda oportunidad sobre la tierra.

VER APARTES DEL PARTIDO DE ARGENTINA-URUGUAY, COPA AMÉRICA BRASIL 1989 (Goles de Sosa y tiro de Maradona)

VER GOL DE ROMARIO EN LA FINAL DE LA COPA AMÉRICA BRASIL1989 EN EL MARACANÁ

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