domingo, 1 de abril de 2012

LA CORTINA DE HUMO

Ahora sale Santos a decir, por boca de unos fantasmagóricos analistas, que los recientes golpes (bombardeos) contra las FARC son un  hecho “muy importante estratégicamente, incluso más que las acciones contra los alias 'Mono Jojoy' y 'Alfonso Cano'". Y explica su argumento: “porque estuvo dirigido a los mandos medios de esa organización”. ¿Alguien entiende algo? El 5 de noviembre del año pasado –hace menos de seis meses- con motivo de la baja del máximo líder de las FARC, 'Alfonso Cano', Santos dijo: "Es un día muy importante para Colombia. Es el golpe más contundente dado a las FARC en toda su historia". Y en septiembre de 2010, muy cerca de su posesión, cuando fue abatido el ‘Mono Jojoy’, el periódico Portafolio informó que dicho golpe “ha sido calificado por el Gobierno como un golpe "histórico" contra la guerrilla más antigua de América Latina”. Más explícitamente lo dijo Rodrigo Rivera, ministro de defensa de la época: "es tal vez el golpe más fuerte en la historia de Colombia contra esta organización narcoterrorista".
No llevamos dos años de gobierno santista y ya contamos con los tres golpes más fuertes (importantes, contundentes…) a la casi sexagenaria guerrilla de las FARC. Y a pesar de que durante los ocho años de Uribe logramos al menos una docena de golpes más fuertes (importantes, contundentes; recordemos que el 1 de marzo de 2008, cuando fue dado de baja ‘Raúl Reyes’, el entonces ministro de defensa Juan Manuel Santos expresó en rueda de prensa que “es el golpe más contundente que se le ha dado a ese grupo terrorista hasta el momento”), a pesar de eso, temo que aún falta un número tan vasto de golpes fuertes, importantes, contundentes a ese grupo guerrillero (de ‘Timochenko’ para abajo) que, como a la cándida Eréndira de Gabo, no nos alcanzará la vida.
Lo cierto es que la sarta de cortinas de humo que mencioné antes se queda pendeja frente a otra de las declaraciones del mismo presidente respecto al último bombardeo, al último golpe “al corazón de la guerrilla”. Revela el perspicaz Santos que a las FARC las “estamos acorralando y acuden a las acciones terroristas para ser vistos (sic) y generar terror en la población”. No sé lo que él estaba esperando de un grupo terrorista que, oportunistamente, se nutre de la materia prima de la colosal desigualdad de este país; tal vez una tarjeta timbrada que nos invitara a todos a una gran parranda vallenata en la que, borrachos, nos abrazáramos y celebráramos la adquisición del medio de comunicación más poderoso del país por parte del principal acreedor del pueblo colombiano; conveniente circunstancia ¿no?
Adicionalmente, en el mismo reportaje del diario del banquero poderoso (de donde he sacado gran parte de la información de esta columna), “el general Óscar Naranjo, director general de la Policía Nacional, aseguró que en los últimos 19 meses la población carcelaria aumentó en 42.000 reclusos por la acción efectiva de las autoridades contra el delito.” Qué tristeza que la principal reina de belleza del mundo militar crea que esa declaración refuerza la convicción del ministro de defensa actual, quien afirma, allí mismo, en el reportaje mencionado, que “la seguridad ha mejorado”: la peligrosa costumbre de demostrar avances en seguridad a partir de números, de victorias represivas, debería hablarnos de fracasos y no de éxitos: una sociedad que necesite cada vez menos de cárceles y reclusos es indiscutiblemente más viable que otra que ejecuta inocentes: no puedo creer que los falsos positivos no hayan dejado ni siquiera una moraleja de fachada.
El presidente también asegura que  el país está mejor (¿mejor que cuándo?) y que, además -por eso mismo-, “cada vez  tenemos más inversionistas extranjeros” (como si esa inversión extranjera no constituyera, a veces, un perjuicio: desde el saqueo de la Conquista y la Colonia hasta el saqueo de las minas de oro actuales); también sostiene el presidente que “las acciones militares están acompañadas de presencia del Estado con mejor educación, más salud, vivienda y vías” (¿cuándo? ¿dónde?).
Todo esto me recuerda la película Wag The Dog (La Cortina de Humo), en la cual un grupo de asesores de imagen intentan tapar un escándalo presidencial en E.E.U.U. -del corte Clinton-Lewinsky- con una guerra inventada contra el -para los gringos- desconocido país de Albania (en realidad ellos desconocen casi todos los países distintos al suyo: la excandidata presidencial Sarah Palin creía que podía ver las costas siberianas desde su ventana de Alaska). Las evidentes reminiscencias orwellianas del asunto nos recuerdan que nuestra situación, lejos de desviar -como en la película- un lío de faldas que no le debería importar a nadie, intenta esconder el criminal caso de desigualdad económica que sufrimos en calidad de abanderados mundiales; desde hace mucho tiempo un fascismo blando, infiltrado sagazmente en nuestra sociedad, se ha encargado de domesticarnos hasta el límite de lograr que sintamos admiración por nuestros flamantes presidentes contemporáneos.
Para ponerle, como leí hace poco por ahí, “el glaseado al ponqué” parece que todos estos resultados “positivos” para el país no se han dado por cifras objetivas que sustenten tales afirmaciones; ni tampoco –supongo- se han dado para que alguien pueda manipular a la opinión pública valiéndose de su figuración mediática y de poder, sino que, según afirmó Naranjo –el general-, estos se han dado (palabras textuales), “por decisión del Presidente de la República” ¿Así o más evidente?
Vínculos:

http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11473061.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/01/internacional/1204382411.html
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-4946360
http://www.portafolio.co/detalle_archivo/CMS-7966444



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