jueves, 11 de abril de 2013

ESTAMPITAS Y PAJARITOS


Mucho nos hemos burlado los colombianos de la salida en falso del candidato presidencial de Venezuela, Nicolás Maduro, según la cual el fallecido presidente Chávez se le había aparecido en forma de pajarito chiquitito: “me silbó y me bendijo”, remató el loco de remate de Maduro. Sin embargo, hay que aclarar que Maduro no está solo en materia de epifanías zoológicas: hace poco, el periodista hípico David Papadopoulos afirmó que a él ya se le había aparecido el difunto presidente venezolano, pero en forma de caballo (será mejor no citar aquí las conjeturas que lo llevaron a semejante conclusión). A veces no se sabe si será mejor rebautizar al mandatario fallecido como “Manimal”, aquel personaje televisivo de la década de los ochenta.

Pero todo indica que los colombianos somos muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio, porque en medio de los cientos de chistes que circulan en las redes sociales, y que dan cuenta de la risible declaración de Maduro, es notoria la ausencia de fotomontajes que muestren, por ejemplo, a la Madre Laura ataviada con el uniforme de la selección colombiana de fútbol anotándole un gol de cabeza a su similar de Argentina. Al contrario: la misma emisora radial que ridiculizó la aviar conversión de Chávez, menos de una semana después se embarcó -junto a una poderosa cadena de supermercados- en una campaña a través de la cual se propone regalar dos millones de estampitas de la religiosa colombiana Laura Montoya –la Madre Laura-, cuya próxima canonización tiene esperanzados a muchos (“la primera santa colombiana”).

Es curioso que personas que encuentran absurdo que un ser humano pueda reencarnar en pájaro, estén convencidas de que el espíritu de una mujer fallecida hace 64 años pueda ejercer -como no sea a través de su ejemplo altruista- alguna influencia en nuestras vidas actuales. Personalmente no veo nada de malo en la venta de los 2700 libros biográficos de la futura santa incluidos en la campaña. Lo llamativo, en cambio, son las dos millones de estampitas mencionadas y unos cuantos miles de escapularios tipo manilla, cuyas funciones mágicas de amuletos de la suerte constituyen la única explicación de su existencia. Hecho que, por lo demás, en una charla radial matutina, fue dado a entender por los periodistas de la emisora y el presidente de la cadena de supermercados: esos objetos, según entendí, ayudarían a sus portadores a aprovechar oportunidades que, de lo contrario, se perderían.

Descartando el efecto placebo que un adminículo de esa naturaleza puede proporcionar a las mentes crédulas (aumento de la confianza en sí mismas, por ejemplo), y ateniéndonos sólo a las propiedades milagrosas que sugiere el entrelineado del discurso de los promotores de la campaña, cabe preguntarse cómo exactamente operaría la supuesta ventaja del portador del escapulario o  de la estampita. Es el mismo caso de los números de la suerte que el horóscopo suministra semanalmente: ¿alguien puede explicarme cuál es la gracia de que cada uno tenga su número de la suerte? ¿Cómo podrían ganar la lotería todos al mismo tiempo? O si no, ¿qué credibilidad tendría una asamblea mafiosa de astros que revela el número ganador a una sola persona y estafa con números equivocados al resto? ¿No equivaldría, acaso, a preguntarle la opinión al lotero o a escoger el número al azar? En ese orden de ideas, el dudoso argumento a favor -de que serán dos millones de estampitas las que regalarán (o sea muchísimas)-, en realidad constituye un enorme contrasentido en relación con la ventaja que se pretende conferir a sus portadores.

Igualmente, el hecho de que habrá muchos escapularios de la Madre Laura, implicará que, de ser yo un portador de éste, mi ventaja en –por ejemplo- una entrevista de trabajo se diluiría en la sopa de otros candidatos devotos de la Madre Laura, que seguramente también lo portarán y a los cuales me enfrentaré. La otra alternativa, la extorsión (“si no adquieres el objeto estarás en desventaja frente a los que sí lo hicieron”), sería la única explicación plausible en un país como este, en el que, así las cosas, serían mafiosos hasta los santos.

Obviamente, detrás de todo esto no hay más que una gigantesca operación comercial, apoyada en la ignorancia y superstición de un gran número de colombianos. De lo contrario, en armonía con la “gran generosidad” que los periodistas de la emisora atribuyeron a la cadena de supermercados, y en consonancia con el espíritu desprendido de la Madre Laura, el presidente de esta última organización habría podido anunciar que las estampitas se repartirían en las cajas registradoras de una cadena de supermercados de la competencia. Pero no: el bondadoso presidente de la cadena de supermercados, con una vocecita de monaguillo de pueblo, aclaró que las estampitas sólo se repartirán en –vaya sitio piadoso- las cajas registradoras de sus propios supermercados, a las que, además, habrá que acudir rápido, so pena de quedarse desamparado en este valle de lágrimas.

Supongo que, aún metiendo el ínfimo costo de fabricación de las estampitas de cartón, serán muchos los millones de pesos en utilidades derivados de las ventas oportunistas que harán las sucursales del supermercado a los fervorosos seguidores de la Madre Laura. Todo, absolutamente todo, para esas grandes corporaciones, incluso las íntimas supersticiones religiosas de la gente, termina convertido en el signo pesos.  

El despropósito de una santa que, por el simple hecho de ser paisanos suyos,  prefiere a un grupo de personas sobre otro -en el marco de una religión que presenta a su ser supremo como “un Dios infinitamente justo”- sería suficiente para que la colosal bellaquería del supermercado y la emisora fracasara estrepitosamente. Lamentablemente, lo más probable es que suceda todo lo contrario. El sueño de Kant, acerca del cambio de una humanidad manipulable e ignorante por otra intelectual e ilustrada, aún tendrá que esperar un poco. O, a juzgar por los sucesos de Colombia y Venezuela, tal vez mucho.

Tal como me lo dijo un pajarito.


@samrosacruz

2 comentarios:

  1. Como siempre, Samuel, deleitándonos con su maravillosa prosa, urticante, casi despiadada.

    Sí señor, el sueño de Kant tendrá que esperar otro poquito, como te lo dijo un pajarito... jajajaja

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  2. Buen dia.

    Soy docente universitaria. Necesito contactarte personalmente. Hay manera alguna de que me envíes tu correo? el mio es ingrid1218@hotmail.com

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