sábado, 22 de enero de 2011

TRES VERSIONES DE SAMUEL MORENO

"Lo que más rápido aprende un gobierno de otro es el arte de sacar dinero del bolsillo de la gente" Adam Smith

Que a la realidad le gustan las simetrías, como afirmaba Borges, parece un hecho irrefutable. Se sabe que un poema, supuestamente autoría del mismo Borges, fue hallado en el bolsillo de la camisa del padre del periodista colombiano Héctor Abad la tarde de su asesinato. No obstante su verdadero origen es un misterio que ha dado para toda clase de especulaciones y desconcertantes versiones.

Así, ayer,mientras buscaba unos papeles encontré, en una improbable gaveta, un manuscrito (la fecha está borrosa y sólo se advierte el mes: marzo o mayo) firmado por un tal J.L. Borges:Tres versiones de Samuel Moreno.

La copiosa extensión del manuscrito no me permite transcribirlo, por lo tanto me limitaré a resumirlo guardando la mayor fidelidad posible a las tesis allí expuestas.

Todo el documento hace referencia al burgomaestre de una ciudad (al parecer suramericana), cuya asombrosa incompetencia para dirigirla suscitó una verdadera tormenta de hipótesis entre politólogos e intelectuales acerca de ese desastroso desempeño que rayaba en lo inverosímil.

Borges fatigó todas las explicaciones posibles y, despuès de descartar (por candorosamente obvias), las de mezquindad o deshonestidad y mediocridad o estupidez del alcalde, pues el intolerable caos de la ciudad tenìa que tener otra explicación, dejó sólo registro de tres.

La primera apunta a que Samuel Moreno (tal era el nombre del alcalde) fue seleccionado por atemorizados sectores de ultra derecha, para abismar en el desprestigio a la izquierda democràtica (que recientemente había tenido avances significativos en los países vecinos). La estrategia no por su simpleza dejaba de ser ingeniosa: se seleccionaba a la persona idónea, un hombre de derecha con todas las de la ley, y se infiltraba en las filas del partido opositor: el izquierdista Polo Democrático. Luego, a través de un soterrado pero minucioso trabajo proselitista, se lograba la victoria en las urnas. De ahí en adelante se dependía del talento de la ficha seleccionada.

En el ejercicio de su cargo, el alcalde debía minar los fundamentos mismos de la ciudad y sumir a sus habitantes en un estado de desmoralización sin precedentes, con lo cual, el desprestigio absoluto del partido era inminente. Así quedaba conjurada la amenaza izquierdista.

El egregio hombre de Derecha,se había rebajado a izquierdista con tal de salvar la causa.

No obstante lo anterior,en la segunda parte, Borges propone otro móvil para la forma de actuar del alcalde: cito textualmente: "un hiperbólico y hasta ilimitado ascetismo" (¿plagio?). Ascetismo al que quiso arrastrar a sus amados gobernados para que, a través de penitencia y privaciones, lograran la purificación del espíritu. Con la ciudad en tales condiciones los ciudadanos estuvieron al nivel de los monjes Eremitas o Anacoretas. Mientras tanto él, para no caer en el espantoso pecado de vanitas vanitatum, se creyó indigno de ser un buen alcalde: optó, humildemente, por ser el peor.

Dice Borges que Samuel Moreno pensó que la felicidad es un atributo divino que no debían usurpar sus gobernados.

En la última parte, que es la que más convence a Borges, la conclusión es monstruosa. Al principio, Borges, reflexiona sobre la transmigración de las almas. Agota todas las posibles variaciones que le ofrecen los numerosos tratados que consulta sobre religiones: lee a los celtas y a los druidas britànicos, pasa por el hinduismo, estudia a los egipcios, pero nada logra satisfacerlo. Finalmente da con una oscura religiòn (mezcla desordenada del taoísmo, shintoismo) practicada por una tribu que en algún momento en el siglo IX o X emigró de Asia a una de las más pequeñas islas del archipiélago que conforma la actual Repùblica de Kiribati al noreste de Australia.

Para estos creyentes, el alma transmigraba de un cuerpo a otro (nada nuevo hasta ahí), pero (y aquí viene la parte que le reafirmo a Borges el argumento que él, sin duda, estaba buscando) el alma podía elegir, en cualquier momento, para reencarnar (o invadir) al cuerpo que se le antojara. Pero sólo por una vez.  Ergo, de alguna manera, estaba escogiendo su propio destino. Muchas consideraciones después, termina conectando
todo esto con otra teoría del mismo corte de la conspirativa expuesta en la primera parte. 

En su sesuda explicación, Borges descubre al alma atormentada de Adam Smith, cuya idea de la acumulación de capital como fuente de riqueza, se estaba viendo amenazada por el sorpresivo avance izquierdista democràtico. Partiendo de la misma estrategia maquinada por las fuerzas derechistas, encaminada a poner al Polo Democrático fuera de combate a través del desprestigio, el alma de Smith transmigraría y se reencarnaría en un dirigente de izquierda. El resto es básicamente igual.

Al final, Borges comprende la gran ironía de su descubrimiento: para luchar contra la izquierda Smith pudo elegir (cito otra vez) "cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia" (¿auto plagio?). Pudo ser Milton Friedman o Winston Churchill; eligió un destino ínfimo: fue Samuel Moreno

1 comentario:

  1. Impecable crítica; justa, ante la infeliz, deshonesta e inmunda gestión de Samuel Moreno en Bogotá.

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