Los siguientes artículos, de
títulos intercambiables, fueron escritos gracias al apoyo intelectual de sendos
artículos a su vez escritos por los columnistas Diego Marín Contreras (El Heraldo) y
Antonio Caballero (Semana).
Los presento juntos ahora que los conceptos “rico” y “poderoso”, a fuerza de
una simbiótica y voraz relación, han llegado a ser casi pleonásticos entre sí.
Ricos
No sé quién se atreverá a negar que el dinero es el dios que
gobierna todo en el mundo actual, y ante quien todos solemos postrarnos. Tan es
así, que los otros dioses, tan de moda antes, se han vuelto plato de segunda
mesa: lo más común es ver a los arruinados financieramente -a los mismos que el
dios principal abandonó sin contemplaciones- vociferando como energúmenos en
las innumerables iglesias de los dioses de consolación.
Lo decía Fernando Vidal Olmos,
personaje ficticio de Sobre héroes y tumbas -la inolvidable novela de Ernesto
Sábato- en su Informe sobre ciegos,
cuando hablaba de las propiedades mágicas que le conferimos a esos papeluchos
sucios que llamamos billetes. Papeluchos firmados por “un señor que ni siquiera
firma con su propia mano”, y en los que se nos hace una promesa absurda, que
nosotros, los creyentes de esa religión del dinero, nunca ponemos en duda. Ni
siquiera cuando suscribimos un CDT, que, según Vidal, es un simple papel, a
través del cual Alguien o Algo se compromete a darnos otro montón de papeluchos
sucios: “algo así como una locura al cuadrado. Y todo en representación de Algo
que nadie ha visto jamás y que dicen yace depositado en Alguna Parte, sobre
todo en los Estados Unidos, en grutas de Acero. Y que toda esta historia es
cosa de religión lo indican en primer término palabras como créditos y
fiduciario.”.
Por eso es que hoy, los
verdaderos santos (ya nadie se acuerda de la tal Madre Laura, como no sea para
ponerla al servicio, no ya
de Yaveh, ni de Jesucristo, sino del dios principal: para arrancarle dinero a
la gente, como lo hace una conocida cadena de supermercados), los verdaderos
santos, digo, son los representantes del dinero en La Tierra: el santo más
popular no tiene nada que hacer con respecto a Steve Jobs, a quien sus millones
de devotos en todo el mundo lo adoraban en vida y aún lo veneran después de
muerto.
Cualquier cosa que hagan estos nuevos seres divinos, estos
miembros del santoral fiduciario, por trivial que sea, merece destacarse, como
se destaca cualquier aparición de la virgen en Cova de Iría -o en una arepa de
huevo-. Por eso el multimillonario mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del
mundo, jugó dominó el otro día y todos nos enteramos. También nos enteramos de
en qué carro llegó el verdadero Sumo Pontífice de La Tierra (el Slim-móvil esta
vez fue –por supuesto- un Rolls Royce), en que carro se fue, las palabras
sagradas que pronunció («Pasad, pasad») a los periodistas para que entraran a
verlo jugar dominó.
Y hasta nos enteramos de que, contra todo lo pensado, es posible
que haya adquirido forma humana por un día, por ese beatífico día de
revelaciones sacrosantas, porque la prensa nos informa que Slim “pidió una
tónica y se detuvo a comprar un helado. «¿Este es nuevo, no?», preguntó el
multimillonario señalando uno de los helados que ofrecía la carta.”.
¿Alguna duda?
Poderosos
Qué raro, yo pensaba que éramos
nosotros, los votantes, los que elegíamos y reelegíamos al presidente de la
república, y resulta que, si nos atenemos a lo que nos dice la revista más
importante y prestigiosa de Colombia, no es así, sino que es él mismo quien se
reelige. En el artículo Uribe le ha hecho mucho daño al
país, dice Semana sobre Juan Manuel Santos: “Con respecto a que su
decisión de reelegirse pueda afectar…”.
Teniendo en cuenta que los bogotanos se jactan de hablar el
mejor español del planeta Tierra, unido al prestigio de la revista, debe
descartarse la idea de una equivocación: parece inverosímil pensar que
redactores de publicación tan encumbrada desconozcan la diferencia entre un verbo
reflexivo y uno que no lo es. Máxime si, como lo sé de buena fuente, algunos de
sus artículos son escritos de puño y letra por nada menos que su propietario,
el célebre periodista Felipe López. Pero, aunque inverosímil, hay que
considerar tal escenario: los bogotanos también pueden equivocarse, aunque
ellos no lo crean.
Porque la otra posibilidad es que sea una mala pasada que le
juega inconsciente, tanto al director de la poderosa e influyente revista
-sobrino bisnieto de expresidente, primo segundo de exvicepresidente y actual
precandidato, y sobrino del presidente actual-, como al dueño de la revista
-nieto de expresidente e hijo de expresidente-.
Jugada que nos revelaría que ellos, los integrantes de ese
modesto curubito, se sienten con el derecho a elegirse a sí mismos (yo me
elijo, tú te eliges, él se elige) y reelegirse cuando les da la gana, sin que
nadie pueda impedírselos. Como si el país fuera de ellos y solamente de ellos.
Y eso sí que no suena nada verosímil, ¿verdad?
@samrosacruz
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